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Hombres de una sola chamarra

Hombres de una sola chamarra

Dec 02, 2021


Heriberto Duarte

Siempre le he tenido una sincera envidia a los hombres de una sola chamarra. La misma, cada día, durante años. Adaptable para diferentes ocasiones, aunque la ocasión, a los hombres de una sola chamarra no les preocupa tanto. Liviana, para cargarla en el brazo cuando sube la temperatura. Ancha, por si hay que usar un suéter o sudadera debajo de ella. El hombre de una sola chamarra la deja cerca de la puerta junto a las llaves, en el sillón de la salida, en el invisible perchero. 

La gente normal tiene más de dos chamarras, o una decena. Tiene algunas que no le gustan y una que le regalaron. Tiene un abrigo que huele a grillo. Tiene una rompevientos pasada de moda y una que se le olvidó a alguien en una fiesta borrosa. La gente normal acumula y el hombre de una sola chamarra simplifica. 

La chamarra siempre es de un color neutro: negra, gris, café, verde militar. De gamuza, de cuero, de satín. De los piratas de Pittsburgh. De los Miami Dolphins. Tiene una o dos bolsas interiores, laterales y en el pecho. Tiene también una bolsa secreta, donde los hombres de una sola chamarra guardan misterios de otras épocas. 

Yo hubiera querido ser esa clase de hombre, pero tengo en mi clóset más de una y más de una no me pongo. Tengo una que era de mi abuelo y me da miedo que se manche. Tengo una que se trozó y no tiene arreglo pero fue un regalo de alguien amado. Tengo una tan caliente que se usa cada dos años cuando la temperatura baja del cero. Tengo un par que uso siempre y lamentaría con toda mi vanidad que dejaran de quedarme o desaparecieran por irse haciendo viejas. 

Cuando llega el invierno otra vez, pienso en los hombres de una sola chamarra. He conocido pocos y cada vez hay menos. Ahí andan con su gigante certeza. Con esa convicción tan rara. Y qué raros son cuando llega la primavera, qué extraños se ven transitando el verano. 

 

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