Émile Durkheim en el siglo pasado creía que el suicidio era un fenómeno social y no estrictamente individual, se basaba en la similitud entre la tasa de suicidios de distintos países europeos a través de años o prolongados periodos de tiempo.
Durkheim también se dio cuenta de que la tasa de suicidios es diferente de unos países y de unas comunidades a otras. Constataba que en las sociedades católicas había menos suicidios que en las sociedades protestantes, pero entre los judíos todavía menos que entre los católicos.
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