Oh chica, la integridad coronaba tu reino.
Y no te revelabas salvo cuando te alababan como a una reina.
Tu madre le dió ese legado, la eterna sabiduría de amor a tu identidad, y la persecución a un camino sin limites.
La bendición de vivir en una tierra vivaz y profunda, en donde por algún motivo aislado en tu conciencia, llegabas a esa satisfacción personal cuando alcanzabas tus estímulos.
Vivía los meses que pasaban en Florencia, alterando mis estados, mis anhelos, y esocogiendo mis prioridades.
Siempre en búsqueda de un camino nuevo, de luz blanca y abierta, pero en donde frecuentemente me encontraba con esquemas antiguos, vicios y comportamientos hostiles que renacían de mi interior.
Quería caminar con mis juglares, y por ende alcanzar mis estrellas...encontrar mis amigas en el camino, para poder conversar con ellas de hacia donde nos estabamos dirigeidno.
Delante de mi veía disfrutaba realidad que se me ofrecían, todas al alcance de mi mano, y todas válidas para mis sueños de amazonas.
Interrumpiendo versos para ir a hacer el amor, y así disfrutabamos nuestra intimidad los días de Julio.
Y mi instinto sigue siendo el de siempre, pero lo que me libera es saber que no soy nada de esto.