Recién acabo de participar en la residencia artística ELF de Arte x Arte en Argentina. Un espacio multidisciplinario en el que había todo tipo de personas, de orígenes y formaciones muy distintas. Eramos desde personas dedicadas a la fotografía, hasta profesionales de la psicología, pasando por personas dedicadas a la danza, la producción audiovisual, y la docencia. La tarea era escuchar la fotografía, escuchar lo que se ve, o lo que no se ve. Eso que resuena. Escuchar con los ojos, y después con todos los sentidos. Lo que escuchamos quedó escrito y ahora será dicho, le pondremos voz y cuerpo.
Una experiencia como esta, multisensorial, transversal, sinestesica, para mí vino atravesada por muchas emociones y lo que surgió - que pronto podré compartir - no es más que la catarsis/aceptación de cosas nunca antes dichas, silenciadas por la autocensura que me impuse en un momento complejo y que fue necesaria, para protegerme y proteger mi entorno. Un par de imágenes, hechas por personas que no conozco, de las que no tengo idea de su historia, dispararon todo eso. Y es que proyectamos lo que somos, lo que sentimos, lo que anhelamos en todo lo que hacemos.
Y a pesar de que nos pidieron al inicio que hiciéramos una presentación corta de quienes somos como artistas, pude ver como varias personas no se reconocían con esa palabra, o les costaba asociarse con ella, incluso hubo quien la rechazó. Es algo común que encuentro en quienes hacen algo "artístico" pero no se dedican profesionalmente a eso. Vuelvo a esta reflexión de porqué nos cuesta reconocernos como artistas, y ahora que voy transitando formalmente el camino de la fotografía terapéutica y la arte terapia puedo decir esto con mayor convicción: El lenguaje del arte es el lenguaje del alma. Gracias a él podemos poner de manifiesto aquello que no se ve, una emoción, un pensamiento, una palabra. Cuando estamos creando opera la sinceridad, la imaginación, incluso la valentía frente a la hoja en blanco, el lienzo vacío, la roca en bruto, la cámara sin obturar. Se despiertan una serie de cualidades que se convierten en instrumentos para la vida. La cualidad no verbal que ofrece el arte permite la expresión de un mensaje auténtico , ahí donde muchas veces es posible el autoengaño.
En una sociedad que tiende a reducir el "ser humano" a su constitución física, olvidarse de dónde viven las emociones, mecanizarlo todo, acumular conocimientos sin pensar, pareciera que "ser humano" ha perdido importancia. Ahí es donde se instalan la depresión, la ansiedad, el insomnio y la demencia. El arte nos devuelve la condición humana, reconstruye el camino hacia el sentido de ser seres sintientes. Y para mí todas las personas tenemos la capacidad de crear. Y cuando consentimos que así sea, cuando nos permitimos de manera consciente dar una mirada a aquello invisible que vive dentro, para conocerlo, abrazarlo o transformarlo, no sólo es cuidarnos sino influir positivamente en nuestro entorno. El arte no es una distracción, ni un lujo permitido solo a una élite, sino una necesidad humana. Solo hace falta reconocernos como seres creativos, reconocer ese poder que tenemos, para no solo expresarnos, sino impresionar en nuestra alma con todo aquello que nos permita ser mejores. Es más importante el proceso que el resultado, y es ahí donde la obra de arte no es lo que se hace, sino el propio ser humano modelándose en su propia búsqueda. Es hora de decir, que todes somos artistas, y solo basta decirlo para que empecemos a serlo.
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