El otro día surgió esta pregunta mientras hablaba con una compañera de estudio. Cada persona seguramente tendrá sus opiniones al respecto. Y es respetable. Ella, peronista y militante kirchnerista. Fanática recalcitrante. Enceguecida. No se puede hablar de política con ella. Intento hablar siempre mitad en chiste, mitad en serio, para evitar herir susceptibilidades.
La educación no debería ser un hecho político. La política es eso: política. Son distintas ramas, distintas ciencias, y cada una debería ser libre e independiente de la otra. Sin embargo, en Argentina, eso no pasa. En Argentina, donde todo es un gran problema sin resolver, la política mete la cola, como si del Diablo se tratase, en cada rincón educativo del país.
La política decide qué se enseña, cómo se enseña, en qué medida y bajo qué condiciones. Y como la política mete la cola en cada rincón de la educación, es necesario hablar de cómo está la educación.
La educación es un reflejo de la Argentina gracias a la política. Porque a la política le gusta, le sirve y le es redituable que los pibes sean brutos e ignorantes. Cuanto más brutos e ignorantes, mejor. Por eso antes los chicos terminaban Primer Grado sabiendo leer y escribir. Yo aprendí a dividir por 3 cifras en Tercer Grado. 8 años y ya sabía dividir por tres cifras. Hoy, los chicos están en Cuarto Grado (9 años) y no saben leer. Terminan la escuela primaria sabiendo apenas leer y hacer sumas y restas básicas. Un desastre. Terminan la secundaria y no comprenden un párrafo.
Y así, como si a nadie le importara, los casos se replican por todo el país. Mientras en una provincia, TODOS los ingresantes a la Escuela de Policía reprueban su examen de ingreso porque no sabían cómo completar el formulario donde decía “nombre”, en otra provincia los estudiantes de Abogacía le tuvieron que pedir a su profesor que, durante un examen, les lea y explique lo que decía el párrafo en cuestión porque no podían comprender lo que estaba escrito.
Ejemplos como los del párrafo anterior se repiten a diario. Tengo compañeras de estudio, futuras maestras de español en el nivel primario, que tienen errores de ortografía. Quizás debería decir horrores. Porque lo que tienen no es normal. Y ninguna maestra escribe tan mal. Y no sólo se limita a escribir mal: hablan mal, pronuncian mal y leen mal. Todo el combo, bien completito. Y en unos meses van a estar “enseñando” a las que van a ser las futuras generaciones de trabajadores.
Con este escenario, es normal que los chicos terminen la escuela primaria y, después de 6 años de educación, apenas puedan leer algunas palabras juntas. Pero que no las comprendan. Si sus maestras no pueden elaborar una oración, no se les puede pedir a los estudiantes que lo hagan.
Y así, sin pena ni gloria, pasan los días, las semanas, los meses, los años, y las generaciones de chicos, que cada vez saben menos. Pero a nadie parece importarle.