Capítulo II
El enfrentamiento con Apofis.
En el hogar de transferencia todo empezaba a volver a normalidad, los pequeños pasaban el día descansando, los humanos en la lucha diaria por conseguir todo lo necesario para ellos, Blue, Daniela, Cashitop y Jamal se la pasaban encerrados en la pequeña realidad que había creado Cash, ahí se había transportado toda la biblioteca que había sido replicada del cubil del Dragón Dorado. Los cuatro se la pasaban leyendo los libros de magia, trataban de buscar una solución que no involucrara violencia para enfrentarse contra el enemigo de la humanidad que siempre era representada como una serpiente, ese ser encarnación del caos llamado Apofis.
En la guarida del Dragón, los tres Dioses trataban de drenar toda la magia que podría usar el Caos, sabían que si dejaban de hacerlo él, la encarnación de la maldad, podría causar un daño casi irreparable, pero al drenar energía volvían a escuchar con más insistencia todas las peticiones que los pequeños y grandes felinos les hacían, además de las de algunos humanos que todavía creían en ellas, eso les distraía y de todas formas tenían que hacer uso de ella para que no les consumiera tanto poder. El Dragón drenaba y enviaba dicha magia a sus pupilos, a Cash y a Jamal, y estos pequeños gatos sufrían para contenerla, no eran como las Diosas y no recibían peticiones, ellos si escuchaban las peticiones de sus admiradores y trataban de drenar hacía ellos parte de la magia recibida, eso hacía que el mundo cambiara un poco para bien, de pronto, algunos pequeños se encontraban con algo de alimento en la calle o en sus casas, algunos otros estaban encontrando familia, ya que los felinitos tocaban a través de su magia los corazones de algunos humanos y éstos escuchaban el llamado y le daban hogar y familia a algunos pequeños.
Gitol, Tango y Kitty eran más caseros, ellos eran los que más extrañaban la vida en familia, echaban de menos a sus hermanos y padres, por ello ahora que estaban ahí, en su hogar trataban de pasar todo el tiempo con ellos, se transformaban en humanos para ayudar a sus humanos en la labor del hogar, limpiaban sus cajas, fregaban el piso, ayudaban a alimentar a sus hermanitos, les reñían cuando hacían travesuras y ellos no podían pretextar que no les entendían, como hacían con los humanos, porque si lo hacían, inmediatamente nuestros amigos se volvían a su forma felina y los reñían en su propio idioma y en sus propias costumbres, esto hacía más fácil la vida ahí y se notaba más ordenada la casa.
Las lechuzas estaban en lo alto de un árbol, desde ahí cuidaban de sus pequeños, las aves son las mejores madres y los machos de la especie siempre buscaban el alimento para su familia, ahí lo tenían fácil, así que el búho macho se la pasaba, al igual que la hembra cuidando y educando a esos tres traviesos, los rinteles subían al nido a ver como crecían las pequeñas lechuzas y alternaban su tiempo ayudando a Tango, Gitol y Kitty en las labores, en ir con Cash, Blue, Daniela y Jamal a estudiar, jugar y hacerles la vida más llevadera a los humanos.
En su guarida, Apofis se preparaba para volver a atacar, sabía que le estaban drenando magia y que si iba a actuar tendría que hacerlo por medio de sus esbirros, tenía muchos en ese planeta que los humanos llamaban tierra, en ese tercer planeta del sistema solar, él al igual que todos sus hermanos, sus sobrinos y demás eran eternos, habían visto nacer y morir soles, galaxias y obviamente planetas, ellos se alimentaban de la fuerza vital de todos los seres vivos, era su alimento y sentían la misma compasión que un humano al matar a un insecto, para ellos la vida misma no era más que alimento y nada se podía interponer entre su hambre. Ya había empezado a actuar, nadie sospechaba que esa pandemía que había mandado a la tierra era obra suya y los fallecidos formaban parte de su alimento, su energía vital estaba alimentándolo y haciéndolo más poderoso, también había tocado el corazón de los malos humanos y ellos al igual que él estaban corrompiendo al mundo, estaban acabando con la paz y el orden, llenándolo de caos y guerra, de odio en lugar de amor y de otras cosas corruptas más que estaban convirtiendo a las sociedades en más individualista, alejándolos de la bondad.
Ya era hora de volver a atacar a la humanidad, a los no humanos y así alimentarse de su energía vital, debía hacerlo y hacerse más poderoso y así acabar con todos ellos, no soportaba la felicidad que veía y mucho menos quería sembrar esperanza en el corazón de sus enemigos, el vivía del odio, del desamor, de la guerra, por eso odiaba que las personas y animales fueran felices.
Ari Gatita
Mediados de Primavera 2021
Desde el Hogar de Transferencia.