Te vi de lejos.
Fuiste el recuerdo materializado de mi pasado.
Nada en ti cambió.
Tu cabello era el mismo,
tus ojos también. En apariencia el mismo,
cándido y noble de corazón.
Te analicé
Dos
Tres
Cuatro
Cinco minutos, de lejos, esperando que la familiaridad apareciera.
No llegó.
No sentí cobijo,
Ni seguridad.
Nada.
Empecé a ver a través de ti, como cuado de chico jugabas a desenfocar objetos mientras cenabas con tus padres.
Literalmente vacío.
Aparté la mirada porque empezaba a sentirme tibia de cuerpo y con la tentación de ligarme de nuevo con tu recuerdo inexistente.
Reconocí mi corazón agitado por la idea de ti, sin embargo, no me desesperé en ir.
Experimenté turbulencia y mis tobillos se debilitaron.
No me gustó esa segunda parte. Te sonreí y que raro fue. Completo vacío.
Antes éramos tú y yo, pero ahora es más yo que tú.
Bueno, ok, solo yo.
Elegí no huir