El pensamiento científico bajo asedio.

El pensamiento científico bajo asedio.

Sep 03, 2022

Nikolái Ivánovich Vavílov fue un botánico y genetista de origen ruso. Su trágica historia conviene recordarla ante los recientes sucesos políticos, así como de la mala administración de la ciencia en México.

Proveniente de una familia acomodada (o burguesa), Vavílov asistió en 1906 a la Academia de Agricultura Petrovskaya, con una memoria fresca de la hambruna que asoló a Rusia en 1892. Allí se dio cuenta que las técnicas agrícolas utilizadas en Rusia se encontraban muy por detrás de las técnicas y resultados en otras partes de Europa y Estados Unidos. Por ello, decidió trabajar con ahínco para acabar con el hambre en su país.

Tras diversos viajes (muchas veces en condiciones geográficas y políticas adversas) logró reunir unas 250,000 semillas de plantas cultivables y sus variedades; la colección más extensa en su tipo en el mundo. Sus méritos científicos lo llevaron a ocupar en 1930 el cargo de director del Instituto de Genética de la Academia de Ciencias de la URSS.

Tres años antes del nombramiento de Vavílov, otro científico, Trofil Lysenko, nacido en una familia campesina que se había abierto paso a golpe de inteligencia y astucia en el mundo académico, mostraba en un reportaje del periódico Pravda su trabajo sobre cómo cambiar el tiempo de germinación de las semillas exponiéndolas a diferentes periodos de temperaturas frías. A este proceso le llamó "vernalización". Aunque dicho proceso se conocía desde 1858, Lysenko se abanderó como su descubridor y próximo salvador de la falta de alimento en la Unión Soviética.

Otra de las "afirmaciones" de Lysenko era que las plantas podrían ser "educadas" para que el cambio en el tiempo de germinación se volviera hereditario después de practicar la "vernalización" en múltiples generaciones. Pero esta idea ya había sido desacreditada científicamente sobre las bases de la genética desarrollada por Mendel, entre otros.

Lysenko fue astuto para leer los movimientos políticos e ideológicos por lo que atravesaba la Unión Soviética, logrando escalar a las cumbres más altas de la jerarquía científica (dos veces galardonados con la Orden de Lenin, Presidente de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de la URSS). Desde su posición políticamente privilegiada, Lysenko asedió a Vavílov y sus defensores, llegando a prometer que haría crecer nuevas variedades de trigo en un lapso de 3 años en lugar de los 12 que afirmaba Vavílov. Por un lado, Lysenko jugaba con reglas políticas, mientras que por el otro, Vavílov lo hacía con las reglas de la ciencia.

Eventualmente, Lysenko desmanteló el instituto donde trabajaba Vavílov, hasta que en 1940 la policía secreta lo arrestó a él y sus colaboradores. Su sentencia de muerte fue conmutada por un encarcelamiento de por vida, hasta que murió de hambre (lo que son las cosas) en 1943 en la prisión de Saratov. Otros de sus colaboradores fueron ejecutados.

Todo esto fue posible porque la "élite" política en el poder creía que "los expertos, en virtud de su educación y función, eran miembros de la burguesía y se los miraba con recelo en Rusia". Así, se terminó reemplazando a los intelectuales "con campesinos destacados y otros miembros del proletariado, incluso si no estaban capacitados y no eran aptos para sus nuevos puestos".

Burgueses versus campesinos; "fifís" versus "chairos"; ciencia "burguesa" versus ciencia "neoliberal". ¿Les suena de algo?

Miguel León Portilla, en su discurso de aceptación a la Medalla Belisario Domínguez en 1995, titula la penúltima sección "Educación: prioridad nacional". Transcribo íntegramente dos párrafos que destacan por su claridad y elocuencia:

La historia, la nuestra, contemplada no con enfoque patriotero sino realista y crítico nos encamina hacia otra necesaria respuesta. Me refiero sólo a aquello que puede hacernos responsables, capaces y libres: la educación en su sentido más amplio y noble. Bien valoraron su trascendental importancia hombres como José Vasconcelos, consumadas las luchas de la Revolución.

[...]

Logro alcanzado en las décadas recientes ha sido la formación de cuadros de profesionales e investigadores en varias ramas del saber. Aprovechar sus conocimientos es también de interés prioritario. Sólo así podrá superarse esa otra manera de vivir de prestado que es la del saber y la técnica desarrollados más allá de nuestras fronteras. La educación, los conocimientos y la formación que a través de ella pueden adquirirse, sin ser inmediata panacea, abrirán en definitiva el camino a la respuesta que todos buscamos. Hombres y mujeres preparados, responsables, con sentido crítico y conciencia del legado de su historia y cultura, integrarán un pueblo decidido a librarse de vivillos y corruptos, dueño de su presente y previsor en la forja de su destino".

No creo que sea casualidad que de la palabra "asedio" se pueda construir también "odisea": la educación, la generación de conocimiento, están bajo asedio, y será toda una odisea limpiar el camino de las minas ideológicas que interfieren con nuestro progreso como nación. No será inmediato, pero vale la pena.

A propósito de la más reciente confrontación entre el Conacyt y la comunidad científica, i.e. aprobación del reglamento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y sus criterios de evaluación, comento brevemente en mi columna las bondades de promover una red de colaboraciones científicas para el avance y generación de conocimiento de alto impacto.

Este artículo se publicó originalmente en el portal de Cadena Política el 18 de agosto de 2022.

Aviso: Esta columna entrará en receso por tiempo indefinido. Agradezco a todos los lectore(a)s que le han dado vida a este espacio a lo largo de un año. Gracias por su amable compañía durante este tiempo.

https://elrincondelcapitannemo.wordpress.com/2022/08/26/el-pensamiento-cientifico-bajo-asedio/

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