Proteger las ideas es proteger el capita ...

Proteger las ideas es proteger el capital del futuro.

Jun 26, 2022

Cuando sostienes una botella de plástico, muy probablemente estás sosteniendo un pedazo de historia que tiene su lugar asegurado en el libro sobre guerra de patentes.

Producto de la Segunda Guerra Mundial se vivió un impulso al desarrollo de nuevas tecnologías e industrias. Una de estas industrias era la del plástico. La versatilidad de los plásticos para ser utilizados en muchos artículos de la vida cotidiana no podía pasar desapercibido para el mundo de los negocios.

Los plásticos se producen a través de un proceso químico llamado polimerización, el cual permite unir moléculas pequeñas hasta formar cadenas más largas. A finales de los 40's, si bien existían procesos químicos para lograr cadenas largas de polímeros, la tecnología química no estaba lo suficiente madura para producirlas en masa. En ese entonces, en los procesos de polimerización se usaban moléculas muy reactivas (llamadas radicales libres), pero que tenían el inconveniente de que eran difíciles de controlar en el curso de la reacción, lo cual causaba que los polímeros resultantes no tuvieran la estructura deseada. Por ejemplo, surgían ramificaciones a la estructura principal que completamente indeseadas, u otras anomalías estructurales que los químicos no sabían muy bien por qué aparecían. Esto iba a cambiar en 1953.

Miremos ahora hacia Alemania, al Instituto Max Planck de Mülheim, el cual se especializa en catálisis química. En ese instituto laboraba Karl Ziegler, quien descubrió--junto con otros investigadores--un catalizador que permitió transformar el etileno gaseoso en polietileno de manera económica y a condiciones de temperatura ambiente. Este hallazgo revolucionaría la industria de los polímeros. El descubrimiento del catalizador de Ziegler es un caso típico de serendipia.

Ziegler estaba realizando experimentos para destilar compuestos que contuvieran hidrocarburos y litio. Al término de uno de esos experimentos, Ziegler y sus colaboradores hallaron un poco de buteno, una molécula que se utiliza principalmente en la fabricación de hule artificial. Este hecho atrajo la atención de Ziegler, y en el laboratorio comenzaron a experimentar con etileno y ciertos compuestos de litio, buscando que se formaran largas cadenas de etileno (es decir, el polietileno) en las condiciones de reacción adecuadas.

Como los compuestos de litio eran (siguen siendo) caros, Ziegler y colaboradores buscaron un catalizador más barato. Uno de sus estudiantes, Heinz Breil, le dio al clavo un lunes 26 de octubre del 1953. Breil llevó a cabo la reacción entre etileno y un compuesto de aluminio, añadiendo al reactor un catalizador que contenía el metal circonio (un metal de transición en la tabla periódica) a una temperatura de 100°C y una presión de 100 atmósferas (es decir, 100 veces la presión que experimentamos de manera normal en la superficie de la Tierra). Casi de inmediato, el reactor se llenó de una masa blanca: el polietileno. Motivados por este resultado, siguieron investigando y hallaron más compuestos de aluminio y metales de transición (inclusive uranio) que llevaban a cabo la reacción de polimerización del etileno, llegando a la conclusión que un catalizador con titanio era el más efectivo.

En esos días, a un asistente de Ziegler, Heinz Martin, se le ocurrió probar con un compuesto de aluminio y un catalizador de titanio, con la variante de que ambos ahora también contenían al elemento cloro. Tomó un recipiente de vidrio de la alacena de la propia esposa de Ziegler, y lo adaptó para hacer fluir etileno en forma gaseosa para que se mezclara apropiadamente con la solución y el catalizador. El resultado en esta ocasión es que obtuvo polietileno pero a una temperatura y presión menores (70°C y a una ambiental), condiciones mucho más amenas que las anteriores y menos costosas energéticamente hablando.

Menos de un mes después del experimento clave de Heinz Breil, el 17 de noviembre de 1953, Ziegler patentaba su descubrimiento de la obtención del polietileno ante la oficina de patentes de Alemania. Como co-inventores iban Heinz Martin y Heinz Breil. Subsecuentes ampliaciones a la patente se realizaron en los próximos meses.

Al parecer, poco tiempo después, el director del Instituto Max Planck de Mülheim se enteró de dos patentes italianas para la fabricación de polipropileno que habían sido registradas por la compañía italiana Montecatini el 8 de junio y 27 de julio de 1954, respectivamente. Los inventores de estas patentes eran Giulio Natta, Pierro Pino y Giorgio Mazzanti. Muy probablemente esta notificación le hizo levantar la ceja al director del Instituto Max Planck ya que él mismo había firmado acuerdos con ese mismo grupo empresarial respecto al catalizador desarrollado por Ziegler y colaboradores.

Es más, en enero de 1953, tanto el Instituto Max Planck como la compañía Montecatini también habían firmado acuerdos de colaboración del uso de la tecnología desarrollada por Ziegler. Inclusive, a principios de 1954, Ziegler había compartido con Montecatini sus patentes alemanas relativas al catalizador desarrollado. Y en una carta que acompañaba a las patentes, escribía muy claramente: "Espero que tengamos un entendimiento mutuo en que cualquier expansión adicional de este grupo de nuevos catalizadores inicialmente deberá dejarse completamente en nuestras manos".

Por otro lado, Giulio Natta era un consultor de la empresa Montecatini, y utilizando los detalles del acuerdo de licenciamiento de tecnología con el Instituto Max Planck de Mülheim, logró replicar los resultados de Ziegler y desarrollar nuevos catalizadores para obtener otros compuestos poliméricos además del polietileno. Estos nuevos desarrollos de Natta y la compañía Montecatini (que partieron de las patentes de Ziegler), derivaron en el registro de, por lo menos, dos patentes sobre la tecnología de polimerización en junio y julio de 1954.

Lo que siguió fue una guerra de patentes: el Instituto Max Planck tuvo que presentar 149 objeciones, que incluían infringimientos a sus patentes, así como ataque legales de otras compañías (no sólo Montecatini sino también petroleras en Estados Unidos) que buscaban minar los derechos de protección de la tecnología de polimerización; había mucho dinero de por medio. Las batallas legales abarcaron de 1959 a 1999. En 1983 Instituto Max Planck llegó a un acuerdo con la empresa Montecatini, y para 1984 la Suprema Corte de Justicia falló a favor de Ziegler por una demanda de infringimiento de patentes solicitada en 1966 contra de compañías Norteamericanas.

Tanto Karl Ziegler como a Giulio Natta recibieron el Premio Nobel de Química en 1963 "por sus descubrimientos en el campo de la química y tecnología de los polímeros". Al parecer, el comité del Nobel no sabía de las disputas de las patentes.

Esta semana, escribo sobre algunos números relativos a las patentes en México así como su aporte a la economía del país. Dada la historia de Karl Ziegler y cómo se aprovecharon de sus descubrimientos, es evidente la importancia de contar con instituciones que protejan y den orientación a los científico(a)s nacionales sobre sus invenciones tanto si se desempeñan dentro o fuera de la academia.

Este artículo se publicó originalmente en el portal de Cadena Política el 20 de abril de 2022.

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