Hoy no traigo ningún post en el que enseñe a trabajar con Linux o a hacer algo interesante.
Hoy quiero escribir algo que lleva molestándome desde que empecé en el oficio de la Informática desde los 16 años (justo el mismo año en el que empecé a sacarme el título en el instituto).
Estamos en un mundo en el que lo malo abunda, y esto se ve a la hora de buscar trabajo.
No hay ni una puñetera oferta que no sea de programación. El 0’1% restante son ofertas de trabajo de administración de sistemas y ninguna de reparación.
Cuando hablo de desprecio hacia l@s que ocupamos el puesto de la reparación y administrador de equipos informáticos, hablo en general: desde el cliente (que, afortunadamente, la mayoría son muy agradecidos y muy buenas personas), pasando por programadores (que, como en todos los oficios, siempre hay un grupito que mira por encima del hombro y se creen mejores que nadie), hasta los que más me cabrean: estamos hablando, señoras y señores, de los responsables de RR.HH. de las empresas.
Estxs señrxs son gente que, para empezar, no saben qué necesitan.
Por experiencia propia, os puedo asegurar que no se atreven a decir en el anuncio: Necesitamos a un grupito de pringad@s que hagan de todo en el departamento. No os vamos a dar formación. A cambio, ustedes tendrán que tener el móvil operativo las 24 horas del día porque vuestro encargado es un incompetente y vais a cobrar una mierda de sueldo.
Esto, aunque nadie lo crea, es el ambiente que se respira en todas las entrevistas de trabajo que he tenido (excepto una que fue maravillosa). Por supuesto, estos señores también se toman el lujo de humillar a posibles empleados de la empresa haciendo una entrevista grupal en la que se compite por ver quién sabe más y quién ha estado en mejor empresa que la persona que tiene al lado, etcétera.
Para colmo: todo finaliza con una delirante prueba de inteligencia (y no es coña).
Muchas veces me ha dicho algún profesional del sector: si quieres ser algo, tienes que programar.
Y yo, desde aquí, desde este humilde portal web que, como mucho cosecha cuatro visitas (y ya es tirar por lo alto) quiero decir alto y claro que ME OPONGO.
Nunca me ha gustado programar, jamás… Y me niego a hacer algo que no me gusta.
A mi lo que más feliz me hace de mi trabajo es estar cara al público, atender sus problemas con sus máquinas, destriparlas, mirar de qué forma se pueden arreglar las cosas.
No me gusta esa vida de programador, que todo el mundo (incluso ese grupo de programadores pasotas) cree maravillosa. Puede que para gente sin vida social y sin otra aspiración en la vida, programar sea una buena opción. Pero mucha gente que no programamos o bien porque no nos gusta o porque no nos da la gana y nos dedicamos a hacer lo que nos gusta.
Desde aquí lanzo un grito al aire y digo que existimos muchas personas que nos dedicamos a la reparación, al montaje y al mantenimiento y que todos podemos jugar.
No hay derecho a que se nos tenga en el puto olvido menos cuando tenéis la soga al cuello y estáis con problemas gordos por dejar tocar ahí a alguien que no tiene ni la más santa idea de lo que está haciendo.